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Lugar, parte XIV


André Breton en su habitación.

André Breton en su habitación.

En mi lugar, cuando la gente deja un ambiente lo hace mirando hacia atrás. A veces eso retarda la salida, pero por otra parte garantiza que todo quede como uno lo encontró, o mejor. De hecho, en mi lugar,con el paso del tiempo los espacios tienden de a ir ganando en funcionalidad y belleza.


Recuerdo mi cuarto de infancia: muchos amigos me visitaban, y cada uno dejaba su impronta personal en forma de nuevo orden de lo que ya hay, dibujo en papel o en la pared, objeto útil o de compañía, limpieza profunda de un sector un poco olvidado... Al cabo de unos años el cuarto estaba poblado de la vida de todos mis invitados y eso lo atribuyo a que todos tenían la delicadeza de mirar atrás antes de retirarse.


Demoré años en empezar a describir mi lugar. Me inquietaba la posibilidad de sacar conclusiones prematuras, de caer en el mismo recurso que me aburrió en la mayoría de las películas: elegir arbitrariamente el hecho final que corone o resignifique todo lo anterior. Como en la vida no hay un hecho final, a no ser el final de uno, las cosas que pasan después de que sacamos conclusiones normalmente desafían la lógica que se había establecido hasta el momento, y lo mínimo que ocurre es que nos quedamos boquiabiertos ante el curso inesperado de los acontecimientos. En el peor de los casos decidimos hacer caso omiso de las evidencias y continuar como si nada, intentando proteger nuestros pensamientos con una fortaleza de ceguera.


Pero ahora ya no temo presumir de tener la verdad acerca de cómo funcionan las cosas en mi lugar. Aprendí a ser indulgente con la propia distorsión de mi lente, necesariamente coloreada. Supongo que eso también habla de mi lugar, tanto como estas descripciones.

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