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Suelo fértil

Si me caigo al suelo me levanto con ayuda del suelo

Proverbio shakta

Lives of Grass, de Mathilde Roussel

Si enseñar es mostrar lo diferente, nuevo o que permanecía fuera de la vista, eso conlleva algún tipo de sacudida. Aprendemos cuando nos pasan cosas, cuando la calma de nuestros días se ve alterada por la experiencia del aprendizaje. No creo en la anodina asimilación de toneladas de palabras, sí en la vivencia que ni siquiera precisa palabras para dejar su huella en nuestro entendimiento.

La paradoja es que me encanta leer y me atrae la calma de los días. Una y otra vez me encuentro deseándola. Hay una frase que me enseñó DeRose y con la cual sintonicé en el acto, que dice algo así como que las personas inteligentes hablan de ideas, las mediocres hablan de hechos y las burras hablan de otras personas.

Pero por más que busque motivos que apoyen la hipótesis de la utilidad de las ideas para el aprendizaje, lo que más transforma son los hechos y las personas. Las ideas son nobles, a muchos nos encanta acariciarlas y esgrimirlas pero, al menos para mí, llegó la hora de asumir su cualidad platónica.

¡Una hora en compañía de otras personas enseña tanto para el que está dispuesto a aprender! Hacer un trámite o cocinar un plato pueden volverse ricas fuentes de conocimiento. ¿Y las ideas? Son excelente tema de conversación para compartir con el mundo, para escribir sobre ellas, para acariciar en la intimidad. Me encanta volar, pero hoy en día prefiero la tierra.

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