Obsesión

Le jockey perdu, de René Magritte

"La mayoría de las personas corre tan de prisa en pos del placer que lo pasa de largo. Les sucede lo mismo que le pasó al enano que custodiaba en su castillo a una princesa raptada. Un día se tumbó a dormir la siesta. Cuando despertó, una hora más tarde, la princesa había desaparecido. A toda prisa se calzó las botas de siete leguas; de un solo paso dejó atrás a la princesa".

Søren Kierkegaard

"No me sale" es una afirmación que siempre se hace con relación a una expectativa de desempeño. Podemos pronunciarla solo cuando hay un objetivo muy concreto, como saltar a la soga. Cuando lo que se busca no es tan fácil de poner en imágenes o palabras, cuando por el momento nos es desconocido, como por ejemplo un estado de conciencia o un orgasmo, la definición "no me sale" es menos certera, aunque tengamos la convicción de saber que no llegamos ahí.

Algunas veces escuché la expresión "no me sale" aplicada a la visualización de colores, cuando propongo visualizar el color celeste o el naranja. Y en esos momentos no puedo evitar preguntarme si a mí realmente me sale. Hago la prueba: traigo a mi pensamiento el recuerdo de un cielo despejado, siento que puedo respirarlo; y después la imagen de una naranja, extraigo mentalmente su tinte y con él formo un vapor que desplazo a voluntad... Creo que puedo visualizar. Ante esta respuesta, la otra persona exclama que no "ve" nada. Y yo tampoco. Ciertamente mientras escribo "veo", con una visión imaginativa que es el recuerdo de otras visiones oculares, pero no es lo mismo. Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Me sale o no me sale?

Hay una cantidad de anhelos que se mueven en el terreno de la indefinición. Buscar las palabras para formular en qué tramo del camino estamos puede llegar a ser un juego delicioso o una competencia empecinada que busca alcanzar una meta incierta. La consecuencia principal de fijar esa meta termina siendo la frustración. ¿Y si mi manera de visualizar colores es más verbal que visual? Corro el riesgo de perseguir un fantasma, que por definición siempre se escapa, cuando a mi lado proliferan otras formas de existencia que se dejan abrazar con gusto, solo que no las puedo apreciar porque me ocupa la obsesión de llegar a otra meta.